viernes, 21 de febrero de 2014

El pedido del tecolote al colibri



En estos días he visto tantas fotos tan hermosas, cuéntame de tus aventuras, veo fotos, pero solo imagino, y a veces mi imaginación es corta respecto a lo que tu puedes ver en ese momento.


Cuando eres joven, eres como el águila joven, el bello quetzal, el veloz colibrí, y vuelas, y vuelas, por muchos lados, ya de grande vuelas cada vez menos y extrañas el extenso recorrer de antaño, pero aun quieres seguir volando lo por donde no has volado, y volver a disfrutar lo ya recorrido.

Hoy soy un tecolote viejo, no por sentirme fuerte como el, no por querer ser sabio como el, sino por como esta siempre en una rama, viendo el lugar que le rodea, quizá no tanto como deba, soy como el, ahí sentado, quisiera volar, pero se que no tengo tanta fuerza para volar tan lejos, me faltan plumas que he dejado caer o perder, por muchas razones, y es por eso que casi no ando en esos rumbos, y por ello extraño el revolotear por ahí...por eso ahora solo veo con los ojos de mis hermanos, mediante sus fotos, imágenes y textos, todas cosas tan bellas, tan llenas de “ESO” que no se explicar, pero que nuestro corazón hace palpitar.

Se siente el viento en la montaña, la brisa de la mañana el tenue calor de los rayos del sol, la tierra en los pies, quizá solo son recuerdos reactivados por el haber volado por lugares similares, quizá sea el querer volverlo a hacer.

Tu, pequeño colibrí, que andas en los campos y los bosques, las montañas y los valles, los ríos y las lagunas, por favor detén un poco tu volar, siento que estas muy concentrado en tu papel, en tu rol de vida, pero mis ojos están cansados ya, no capto tu velocidad, a veces preciso de que regreses un poco, y me muestres lo que he olvidado tan esencial, el poder volar.

Quizá sientas que como dicen que tu voz, es inaudible o tu canto no es como el del centzontle, no debes de dejarte escuchar, pero no es así, tu voz es tan hermosa, cuando la dejas escuchar, porque simplemente anuncia que estas cerca, y eso alegra el corazón del viejo tecolote, al grado de querer ponerse a cantar, su clásico hu hu-

Pero no te detenga mi ansiedad, sigue, se que en un dado momento dirás, -Ah, allá esta el viejito, le irá a platicar- y así tu pequeño zumbar me recordara esos tiempos que viajaba entre las flores y los frutos, simplemente porque me gustaba hacerlo igual que tu.

Mientras tanto el zumbar de tu aletear, me dará la fuerza, para que mi memoria no envejezca, y se pierda en el umbral del tiempo, diciéndome en lo que escribes y dibujas, que aun esta el amor por el vuelo, y que aun hay tiempo de un ultimo aletear.

Con agradecimiento a todos mis amigos que llevan tradición y que encuentro en la red

Quiauhcoatl Tlacatecolotl
Tlachcocan 2011

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