viernes, 1 de mayo de 2015

el colibri zumbador

el colibri zumbador



No, no es adivinanza, ni pretende serlo, es solo que cada vez que lo veo me hipnotiza, incluso parece poseer una extraña especie de magia, que cada vez que anda por los patios de la casa, me hace voltear a verlo, y lo hace cuando no lo he visto ni he oído, pero al voltear ahí esta, zumbando en silencio.

Desde la ventana, sea en la recamara, sea en el comedor o en la biblioteca, desde ahí le veo siempre aletear en el jardín, en especial sobre los granados, donde abundan las flores, y donde su zumbido que no se escucha, hace mas elegante su vuelo, es el colibrí.

Igual vemos la vida, revoloteando cerca de nosotros, y nos muestra la sensación de libertad, mas alla de las cuatro paredes que siempre nos hemos puesto como frontera y que a otros hemos dado como limite a su existencia, mientras el es libre de compartir su estancia, ahí donde el sabe que nadie le hará daño.

Ya se aleja, ya se acerca, sube, baja, vuela para atrás, se desliza entre las ramas, una y otra vez en un incesante ir y venir, y de repente tal como llego, incluso sin verlo, se lanza en veloz vuelo hacia donde no lo puedo ver mas, y regreso a lo que hago, pensando que quizás pueda verlo después.

Tan parecido a nuestra forma de vivir, andando por ahí, por allá, por acullá, en edificios a los que llamamos hogar, o los que denominamos como lugares sociales, comerciales, e incluso laborales, espacios mayores o menores, a donde circulamos pero no en libertad, sino con un previo compromiso, al que siempre tenemos que atender.

Y regresa, siempre desconozco cuando llega, pero se que ahí esta cuando volteo, y no es que voltee a cada rato, solo lo hago cuando el esta ahí, claro, si es que no ha existido otro tipo de ruido, pues gorriones, urracas, dominicos, y hasta cotorros, se dejan ir al granado, sea por insectos, sea por la granada misma, pero hacen ruido, no son como el colibrí.

Tal como somos, en medio de tanta gente, tan dispar e indiferente y sin embargo tan parecida a nosotros mismos, siempre buscando como alimentarnos, sea por buen motivo o mala forma de colectar lo necesario, pero todos, en constate movimiento, haciéndonos notar como merolicos en tierra de sordos, o como mudos en tierra de oyentes.

En ocasiones me gusta tanto verlo que me acerco suavemente, como si quisiera ser invisible, mas nunca falla, a una distancia de tres metros, parece decirme, --Ah, ya te vi, ¿Viniste a verme y saludarme? O como tus parientes que dicen ser los amos de todo lo que existe ¿vienes a dañarme?- y parece agregar-Lo siento, no puedo confiarme de ti, aunque no seas de los que dicen que no me dañaran, los humanos mienten como parte de su naturaleza-

Así nos comportamos en la actualidad, como refunfuñones, despistados, desconfiados y distraídos, hasta que nos toca la pedrada, y no dejamos acercar a nadie, a menos que sintamos algo de confianza, o por supuesto cuando se nos busca o buscamos por algo mas que el simple encuentro de miradas.

Y entonces revolotea en su lugar, un par de giros y zumbando en silencio se aleja del lugar, a veces piando ese chistoso sonido que es su voz, chip, chip, y me deja ahí, viéndolo alejarse en unos segundos, sabiendo Yo que al rato, o quizás por la mañana de mañana, volverá, porque me gusta verlo,  y el supongo que deseando volver a ese árbol donde le gusta zumbar en silencio.

Quiauhcoatl Tlacatecolotl
Malacachcoatl Tenchicahuac,
Calpulli Tlachcocan in Tlazohtla
Atlacahualo 2012 (13 pedernal)
/re-edicion 2014