domingo, 23 de febrero de 2014

Tecolocuicatl

Tecolocuicatl
Icuac in tecolotl cuica, in tlacatl miqui.
 
Cuando el tecolote canta el indio muere.

Mucha gente en Cemanahuac en lo que hoy se conoce como América, conoce este dicho y sobre todo los mexicanos lo tienen regularmente presente.


Desafortunadamente se la ha dado un tinte macabro a este dicho asociándolo con una muerte repentina en quienes tienen sangre de macehual, (A los que muchos conocen como “indios”) y es por ello que en la actualidad la gente teme al escuchar el “skrich” característico, que las lechuzas, los tecolotes, los búhos, lanzan en su vuelo por la noche o el típico “hu hu hu” cuando están parados en una rama.


Pero en la realidad este dicho no tiene que ver con la muerte sino con el momento de reposar, para retomar fuerza.


Por lo regular las personas, descansan por la noche, que es el momento en que las aves rapaces nocturnas, realizan sus labores, tanto de reproducción como de caza, de cuidado de crías como de revisar su territorio.


En post anteriores hemos visto que miquiztli, el símbolo que todos asocian con muerte, es en realidad una regeneración, una manera de reponer la fuerza, de descansar para renovar la energía, y estar pleno en la siguiente jornada, es una manera de resurgimiento.


Asimismo, es el momento en que se interactúa con la familia, disgregada en la mañana por la escuela, el trabajo o las responsabilidades de cada uno de los integrantes, es el momento de “VER” con ojos grandes como los del ave rapaz, todo lo que sucedió para poder “ENFOCAR” sobre problemas y soluciones, y para repartir un poco de confort en el ajetreo diario


El canto del tecolote, seria la contraparte de lo que hoy conocemos como el canto del gallo, ambos anuncian el final y el inicio del amanecer y el anochecer, hemos perdido esta vinculación tanto de una manera como la otra, porque tanto el gallo como el tecolote, no viven entre nosotros con la abundancia con que lo hacían hasta principios del siglo pasado, y menos aun de siglos anteriores, donde era común encontrar a los gallos en casas tanto ricas como pobres, y a los tecolotes en campanarios o áticos de casas grandes, así como en los entonces aun abundantes bosques cercanos, hoy eso ha quedado como imagen de lo que parece no volverá.


Aun así, por las noches de vez en vez en algunos lugares, ahí donde los árboles son cada vez mas escasos, se sigue escuchando el canto del tecolote, indicando que su lucha por existir continua pese a lo que sucede todos los días, en que el humano avanza sobre sus terrenos, olvidando que es parte de la naturaleza que lo rodea, y que en su soberbia, destruye sin misericordia, debido a que en el momento mismo que sucede, no hay repercusión inmediata.


Contaminamos todo, agua, aire, tierra, y nos importa poco, lo hacemos conciente o inconscientemente.


Vas por el camino y esta la envoltura, el envase, el chicle mascado, la lata, la bolsa de plástico o papel, la cáscara, la pila, el aparato eléctrico viejo, el colchón usado, los trastes cochambrosos...y tantas otras cosas mas.....


Lo mas triste es que con ello se crea la suciedad de que tanto nos quejamos, y de lo que decimos que solo es culpable una hato de flojos en la cúspide del mandato, pero no es así, porque los flojos somos nosotros que no deseamos ni queremos ser limpios.


Ahí donde una vez fueron conejeras, hoy son alcantarillas, recubiertas por asfalto o concreto y adoquín que alguna vez fue tierra buena, y rodean cientos de construcciones de cemento, ladrillo y metal, donde hace tiempo existían bosques, milpas, lagos y arroyos, ahí donde el tecolote cantaba, donde se decía en el mundo de comprensión extranjera que la muerte era el anuncio de la voz del gran señor de la noche.


Allá donde por la mañana el Cuauhtli volaba, y donde ya no mas se le ve por la errada energía que comparten los hombres, que la cazaron sin respeto alguno, ahí todavía por la noche otra gran figura surca, in Huey tecolotl, yohualtecuhtli ipan ilhuicatl, gran tecolote, señor del cielo nocturno, gracias por seguir mostrándonos que tu canto, no es de muerte, sino de vida, y que solo recuperando tu voz en la esencia de nuestra vida, podremos sobrevivir a nuestra propia ignorancia, y mas que nada de esta manera superaremos el orgullo que nos ha convertido en algo que no es nunca un Anahuac Nican Tlacatl, a un individuo, no un triste numero consecutivo.


Demos gracias a la voluntad del tecolote por seguir existiendo, porque con ello, nos muestra que nuestra energía, aun sin la luz de nuestro sol, es constante y prevalece a pesar de los infortunios que le ha deparado y en los que vive por el contacto con la “civilización”

Tlazocamatli huey Tecolotzin.


Con agradecimiento a mis hermanos de Azcatl Tezozomo, en especial a Tenyaotl por su ayuda para este escrito
Quiauhcoatl Tlacatecolotl
Tlachcocan 2011

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