Venia de un pueblo, uno cercano, al cual durante mucho tiempo, también en el pueblo llamado mundo sin creencias, creyeron que era un mundo lleno de fantásticos mitos, de leyendas absurdas, de cosas inexistentes, el llamado “mito de los mitos”
Este pueblo cercano se llamaba “el de las cabezas con cinta roja”, que por años tenia en sus lideres, gente que tenia ideas locas, sobre mitos y creencias que llegaron de otro pueblo, bélico y destructor, y sometía a los habitantes a seguir esas practicas de otros lados, que no correspondían al lugar, pero que en recientes fechas, había medio despertado de su aletargamiento que les decía que “creyeran”
Este hombre, hablo sobre su pueblo, sobre lo que significaba el pasado del mismo antes de que el pueblo bélico, les dejara esos alcaldes raros, que tenían otras ideas, pero solo encontró que no lo escuchaban, tanto tiempo había durado el mito de que en ese pueblo que se llamaba “el de las cabezas con cinta roja”, de que creían en seres imaginarios, que cuando este hombre hablo, solo vieron que estaba medio loco.
Decían, -Pero si muchos escribieron sobre esos seres míticos, sobre esas leyendas, sobre esas cosas raras que tienen que ver con seres divino- ¿Cómo Tu, vienes a decir que no es así?, miles de sabios nos han dicho que es de otra manera, y se ha comprobado con evidencias.
El hombre que no era del pueblo de “el mundo sin creencias”, intento de nuevo explicar que no era como se les decía, que todo era parte de un plan antiguo para “esclavizar las mentes” y de esta manera, hacer que olvidaran su identidad, les contó sobre la verdad de los escritos que ellos llamaban el mito de mitos, les comento que era conocimiento, no leyenda, que se hacia en forma poética para que los niños lo comprendieran sin aburrirse, pero no fue suficiente, no le creyeron.
El hombre que no era del pueblo de “el mundo sin creencias”, entendió que no era culpa de quienes le escuchaban, pues también a ellos durante mucho tiempo les hicieron pensar que “el mito de los mitos”, era realidad, tuvo que ver que aun faltaba tiempo para que se entendiera lo que había dicho a ese pueblo al que había, llegado y decidió callar de nuevo, volver al pueblo de donde venia, “el de las cabezas con cinta roja”, triste porque no le comprendieron pero sabiendo en su interior, que de alguna manera, ese pueblo al que visito, quienes se decían buscadores de la verdad, habían quedado con algunas preguntas.
El hombre que no era del pueblo de “el mundo sin creencias”, sabia que regresaría, pero no para hablar de lo que el quería hablar, en ese pueblo llamado, “el mundo sin creencias”, había encontrado gente con palabra sabia, una que también es importante conocer.
El hombre que no era del pueblo de “el mundo sin creencias”, recordó lo que siempre se le decía, “aun en el corazón del hombre sabio, si mentiras le han dado para que palpite, difícilmente se harán a la idea de que todo es distinto”, y así era pues a ellos les enseñaron el mito de que el mito de los mitos, es solo un mito que no es aceptable.
Cuando una mentira se cuenta muchas veces, se vuelve una verdad, al igual que el cuento de los changos y las bananas, no se sabe porque no se hace, pero se sabe que no debe hacerse.
No se puede en un día, recordar mas de 1000 años, como tampoco se pueden borrar 500.
Dedicado a mis amigos, Monica Moreno y Kirkigan Ateo, a quienes agradezco compartirme su palabra.
Quiauhcoatl Tlacatecolotl
Huey Tecuilhuitontli.
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