De padres e hijos
Entonces cuando ese día llegue, verán y entenderán que al crecer los cones, ya no serán los pequeños que se llenaban la cara de mermelada, las manos de tierra, que dejaban de hacer la tarea por ponerse a jugar, que no repelaban para bañarse, se estaban volviendo adolescentes, dejando atrás la etapa de la infancia.
Llegara la hora en que, como la mayoría de los padres, se estará lleno de las clásicas preocupaciones, de las preguntas de cajón, sobre los misterios de la vida, de las salidas a destiempo, de quedarse en vela esperando que regresaran sanos y salvos.
La era de los perfumes y de los peinados que parecerán raros, de las vestimentas sexis y por supuesto de ropa tanto cara como estrafalaria o de alto costo.
Por un momento se verán en ellos, como lo fueron en su juventud, pero con otras formas de vivir, con otras costumbres, que harán que se sientan como alguna vez se sintieron sus propios padres, en un tiempo de “actualización”, y de ver que lo nuevo es necesario.
Saben que sus “bebes” tendrán que aprender a vivir por su cuenta, que en algún momento se metería la pata pero que eso seria la base de su nuevo aprendizaje, sin embargo tenia confianza de que lo aprendido, quizás no muy apreciado en su momento, quizás si, serviría para que los golpes de la vida no fuesen tan dolorosos.
Aun así, el cariño por el bebe, les hará sentir dolor, por lo que se vendría al sentirá el chilpayate, el niño, el bebe; Y es que llega el momento en que el niño debe crecer por su propia cuenta y debe aprender a levantarse aun cuando la caída se muy fuerte.
Es ahí cuando de alguna manera, lo aprendido, lo compartido a los niños desde pequeños entra en juego, porque eso es la vida, un juego, difícil de jugar aunque se vea sencillo, y en la cual, siempre hay quien tenga mejor juego.
Es ahí, cuando los padres verán sus resultados, de lo que impartieron, razonamientos de calidad, y en el caso de los que desde niños reflejaran lo que se les mostró.
La confianza en los pequeños será en medida proporcional a como se les quiera, no solo hoy, sino desde el principio, ¿valores? Tal vez si, pero no es el caso, es mas bien la mentalidad de ser alguien que pueda analizar, valorar y actuar, y para ello se les prepara.
Es lógico que existan fallas, no todo es por lo que queremos, suceden cosas que son ajenas a nuestro deseo por mas que cuidemos los probables errores, siempre los habrá.
Pero mientras los otros padres, tal vez sufran mas, porque siempre les quedara el vacío de no saber que pasa, en el caso de los piltontlin, no será tan angustioso verlos partir, porque ya llevan desde niños algo que siempre les ayudara, constancia, disciplina, voluntad, pensamiento de acción y reacción.
Es por ello que sea de manera sutil, o de manera alegre, se les induzca a los bebes a ver la tradición no como un compromiso de “obligación necesaria” sino de “gusto por hacerlo” no para crear robots, no para crear gente sin ilusiones al contrario, es para crear gente con decisión propia, que pueda resolver lo que se le presente.
Pero no basta el padre genético, sino el que todos y cada uno somos, pues nosotros, no somos padres de hijos unigénitos, ni tampoco solo por sangre, sino por tradición y cultura cuanto niño este con nosotros, es nuestro hijo, no porque queramos derechos, sino porque ellos tienen que recibir sus derechos como niños.
Nosotros somos padres de muchos niños, no porque queramos hacerlos parte de una secta o alguna tontería fanática, sino porque deben ser educados, es su derecho, y es nuestro compromiso.
Al ser parte de un Calpulli o mesa, estamos comprometidos con la educación, no basta con que sepan brincar al ritmo del huéhuetl, hay que mostrarles el ritmo de la vida, sin mentiras pero con eficacia, sin ser rudos pero sin ser suaves.
Debemos de darles lo que se pueda, y este en nuestra mano, sin faltar al deber propio, el del hogar que todos tenemos, pero entregando lo mas que se pueda sin esperar algo a cambio.
Somos padres, y eso no debemos olvidarlo.
Quiauhcoatl Tlacatecolotl
Xocohuetzi 2011
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