jueves, 9 de octubre de 2014

El darse cuenta



Es parte de la vida el constante cambio pues lo único seguro de ella es que es completamente insegura.
Darse cuenta que es tiempo de dejar de ser víctima de las circunstancias y que para darle solución a las cosas hay que darle frente.

El salir heridos por una situación implica tratar de solucionar las cosas por las buenas, ver que las cosas pueden tener otra cara aun cuando uno a veces solo es capaz de ver una por un momento. 

Si la vida te queda grande...crece. Si la vida parece que se derrumba y confusa hay que tratar de ver las cosas con serenidad, sensibilidad y sencillez. Cuesta trabajo y a veces uno por bruto termina perdiendo a las personas que más se quiere por algo que se dijo sin pensar o dejándose llevar por el espejo de agua turbia en la que tenemos muchas veces en la cabeza. 

Sin embargo mucho más que reconocer los errores de unos también sirve ver sus aciertos, sirve ver que nadie está libre de cometer errores y que la labor es irlos arreglando paulatinamente. Por herencia de la teología de la cruz del cristianismo muchas personas por educación familiar se han acostumbrado que solo por el dolor se puede vivir las experiencias de la vida y de que este purifica escogiendo se por ello a las personas menos idóneas para uno mismo. 

La gente a tú alrededor puede darse cuenta de ello y te aconseja o te habla diciéndote: cuidado. Sin embargo quedamos ciegos a las palabras de los demás y nos rebelamos todavía mas a ello por demostrar que están en lo incorrecto. Tal vez sea una o ambas opciones lo que nos sucede a muchos. A veces nos lastima la gente que queremos y que nos quiere. Las razones son muchas. Pero más que tratar de continuar con el coraje y el odio queda tratar de sanar las cosas, y aprender de las personar. Aprender a vivir y a aprender que no necesitamos vivir cierta clase de experiencias para comprenderlas. No necesitamos vivir a través del dolor para madurar. No necesitamos autocastigarnos rodeándonos de personas que nos lastiman continuamente o buscando por nosotros mismos lastimarnos. Para después quejarse uno como si fuese meramente víctima.

Elige el camino de la izquierda, aquel que te lleva a ser victimario y a tratar de sacarle provecho a todo sin querer vivir las consecuencias, elige el camino de en medio donde no te comprometes a nada y terminas siendo víctima de las circunstancias porque no decides ser responsable de tu vida misma. Elige el camino de la derecha, ese camino del corazón que exige mucho, y que implica esa exigencia volverte creador de ti mismo, ni victima ni victimario sino ver a la vida de frente a los ojos viviendo las consecuencias de tus actos conscientemente y sus frutos. Sean los que sean.

Tenemos una sola vida, en este momento. Vivamos como si no tuviéramos alguna otra pues desconocemos el futuro de lo que es nuestra esencia. Solo tenemos esta oportunidad para experimentar la vida. Tratemos de elegirla sin provocarnos dolor, y sin provocar dolor. Corrigiendo las cosas, sanando y creciendo aprendiendo a conocer más la semilla de la vida que la de la destrucción.

Hay un camino fácil y uno difícil, es fácil jalar un gatillo, es fácil destruir, es fácil herir un corazón. Pero más difícil es ir preparando un daño y actuar con el corazón a través del amor.

Este corazón resultara herido una y otra vez, por el incesante movimiento de la vida, mas sin embargo también tiene la capacidad de ir continuamente abriéndose para ir a buscar las cosas claras enfrentando las ideas erróneas que sostienen nuestro carácter, nuestros temores o miedos y nuestras actitudes que se han enquistados ya como costumbres e incluso como acciones automáticas. Solo podemos tener un pensamiento en la cabeza así que elijamos conscientemente cual sea, los miedos pueden servirnos de maestros diciéndonos que es lo que debemos de corregir y que nos provoca dicho temor, y las actitudes equivocas de carácter pueden irse depurando conforme estamos conscientes continuamente de quienes somos, donde estamos y que debemos de hacer. Que sale de mi boca y que entra, que doy con una mano y que ofrezco en la otra.

Con un pie en el pasado y otro en el presente para ver hacia el futuro.

Yoltecuhtli Ohmanqui
Tlachcocan in Tlazohtla
Tlachco

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