OHME TETL / DOS PIEDRAS
31 MAY 2023
En esta conversación, Artemio Solís y Nely Álvarez, entrevistados por Eugenio Tisselli, comparten sus visiones sobre las tecnologías del pasado, presente y futuro. Artemio Solís es campesino por convicción, nahuablante, conocedor, practicante y reactivador de la tlamachtillia, el conocimiento profundo de la cultura tolteca-mexica. Realiza traducciones al náhuatl y brinda asesorías a investigadores, escuelas e instituciones gubernamentales y privadas en estos temas. Nely Álvarez es campesina, productora orgánica frutícola, ama de casa, conocedora y practicante del conocimiento de la cultura tolteca-mexica. Es escritora de folletos y libros infantiles bilingües y materiales digitales.
Artemio Solís (AS): El hablar, el comunicarse, no son tecnologías. Son sentires, así como también lo es volar. Antiguamente no necesitábamos tecnologías para volar, simplemente había que sentir la naturaleza. Y ese sentirla era vivirla.
Nely Álvarez (NA): Para sentir y vivir la naturaleza tenemos que imaginar, pensar y fantasear. Hablando de volar, pareciera que es algo fantástico. Pero si pensamos en la secuencia del desarrollo del ser humano, primero flotamos, luego nacemos, y somos como gusanitos. Después nos movemos, fortalecemos nuestra columna y extremidades, y nos convertimos en bípedos. Cuando ya somos bípedos, coordinamos nuestros movimientos para guardar el equilibrio, y entonces empezamos a caminar. Una vez que caminamos, corremos. Cuando corremos, podemos saltar. ¿Y después qué sigue? Pues volar. Pero, ¿por qué no continuamos nuestro desarrollo natural?
AS: Por la tecnología. ¿Por qué digo que por la tecnología? Porque cuando se empieza a aplicar la tecnología, el bebé deja de flotar. En el vientre materno flotamos, o en una tina o en un arroyo, o en una canoa, como antiguamente se hacía para poner a los bebés a flotar. Esto era importante para que los bebés no perdieran esa capacidad. Después viene el nacimiento y allí nos encontramos con tecnologías para el alumbramiento, que provocan situaciones no plenas en el cuerpo de mamita. A medida que crecemos, la tecnología, para enseñarnos a andar, nos coloca en una andadera: la técnica de caminar. O me ponen unos tirantes, y dejo de gatear.
NA: Y dejo de estar en contacto con la Tierra, dejo de recibir sus nutrientes. La tecnología, entonces, me aleja de la naturaleza y limita mis capacidades, mis habilidades y mis virtudes. No se desarrollan de manera plena. Nosotros, que somos de una generación de los 70s, o los 50s, o los 20s, aprendíamos todo de memoria. Ahora hay niños que ni siquiera saben el teléfono de su casa porque, en lugar de utilizar su memoria, confían en la tecnología. Nuestras abuelas no fueron a la escuela. Sin embargo, en mi caso, mi mamita grande fue una gran comerciante que hacía las cuentas al hilo. Sabía qué tenía que comprar, sabía cómo vender, hacía jabones, hacía su ropa. Iba a caminar en las madrugadas para recibir el rocío.
AS: También está la técnica de amar. Pero en realidad no hay técnica de amar, es un sentir. Cuando la psicología nos introduce a las técnicas de la mente, dejamos de soñar. Porque hay sueños que son descabellados. Nuestros antepasados, sin utilizar la tecnología, sino siguiendo el curso de la naturaleza, reconocían que había sueños ordinarios, sueños extraordinarios, sueños recurrentes y sueños premonitorios. Pero, si se observa la mente a través de la tecnología, se vuelve difícil saber qué tipo de sueño estoy teniendo.
Eugenio Tisselli (ET): Pero nuestras vidas han cambiado mucho desde el tiempo de nuestras abuelas. Sería imposible vivir ahora sin alguna manifestación de la tecnología. Pareciera que la tecnología impide el desarrollo de ciertas capacidades, pero también nos ha ayudado a estar más cómodos en el mundo, a tener un poco de bienestar. ¿Cómo ven ese papel ambivalente de la tecnología? En algunas cosas nos perjudica, pero también nos ayuda.
AS: La tecnología nos da ciertas comodidades, sí. Por ejemplo, las tecnologías de la comunicación son buenas porque nos ayudan a fantasear. Pero es un fantasear direccionado. Y en ese fantasear nos olvidamos del cuerpo. Por ejemplo, al ver la tele estamos sentados, y eso puede provocarnos problemas como la obesidad.
NA: Sí, y al subir de peso, el hígado va bloqueando sus funciones, que son más de 500. Eso merma la salud porque también se afectan otros órganos. Entonces, al fantasear con la tecnología, no solamente dañamos la mente al limitar su desarrollo, también dañamos el cuerpo, el espíritu y el alma. Un cuerpo estático es muy susceptible a la desarmonía y a las enfermedades. Una alma atrapada no puede viajar, y necesitamos que nuestra alma viaje. El alma es viajera por naturaleza, y la estamos aprisionando. Nuestro espíritu se debilita porque deja de ser guerrero, ya no guerrea consigo mismo, y entra en un punto que no es de bienestar, sino de complacencia. Mi mente, si no gobierna, si está distraída escuchando otras voces, empieza a perderse. Está direccionada por esas otras voces y pierde su libertad. Esto es sumamente drástico, porque la dirección que nos dan los medios de comunicación nos hace creer que la vida en el campo, la alimentación natural o el contar solamente con lo necesario es de pobres, de personas sin educación ni conocimiento. ¿Cuántos de nuestros abuelos nunca recibieron educación académica, nunca usaron tecnologías avanzadas, y aún así tuvieron conocimientos impresionantes sobre el cultivo de la tierra, el movimiento de las estrellas, o la influencia de la luna? La gente era muy muy sana, y hoy nuestra expectativa de vida no va más allá de los 70 años, 80 como mucho, y en condiciones de dependencia. La imagen que nos venden a través de las tecnologías de comunicación nos ha hecho creer que somos pobres porque vivimos en el campo, porque nada más tenemos un par de zapatos, porque no tenemos coche, porque comemos frijoles, chile y tortillas y porque cocinamos con leña. Y como es denostativo ser pobre, esos medios generan una imagen aspiracional. Todo eso es violencia. Entonces, entrar en la tecnología no suele ser porque quieres, sino porque cargas todo un mundo ya construido que es muy difícil de aguantar.
AS: No es que sean malas las tecnologías. Lo malo de una tecnología es no saber utilizarla. Ver un programa de televisión constructivo nos puede dar algún conocimiento. Pero no todo el día voy a estar viendo televisión, tal vez una hora. También el transporte hay que saber utilizarlo para las cosas necesarias. Por ejemplo, si hay una producción excedente en el campo, pues sí es necesario un transporte para llevarla al centro de comercio. Idealmente sin almacenar los productos, porque el almacenamiento implica tecnologías que pueden ser dañinas, que hacen que el alimento pierda sus propiedades. Así que hay que saber utilizar las tecnologías. ¿Para qué? Pues para vivir en armonía, con desarrollo, pero sin perder la naturalidad. Si no la contaminamos, la naturaleza nos va a dar a manos llenas. Saber usar la tecnología es saber armonizarla con la naturaleza. Esto tiene que ver con la expresión que usaban los antiguos. Ohme tetl, que significa dos piedras: una es lo natural, la otra es lo tecnológico, y tienen que estar balanceadas. Usar la tecnología sin depredar ni contaminar. Bueno, ese ha sido mi pensamiento a partir de una vez que quise leer un libro, porque en aquel entonces se hablaba de leer las estrellas, la luna... sí, se pueden leer, y te van a dar una respuesta.
NA: La luna, por ejemplo, tiene un efecto directo sobre nuestros líquidos. Y eso lo sabían los abuelos. Leían la coloración y la posición de la luna, podían no predecir, sino leer lo que venía: cómo iba a estar el clima, si iba a haber mucha lluvia, mucho calor... y eso tenía una gran importancia a la hora de la siembra. Y bueno, hoy estamos con tecnologías que pretenden imprimirnos la carne. ¡Parece que es más fácil hacer eso que dejar de contaminar los ríos y los mares!
AS: Allí vemos el efecto del uso indiscriminado y descontrolado de la tecnología. Y hay que usarla con libertad pero en equilibrio, es decir, en equilibrio con lo natural. Para saber cómo lograr esa armonía hay que fantasear, porque la tecnología viene de la fantasía, viene del pensamiento, de los sueños y de la imaginación. Quien inventó la máquina de vapor tuvo que fantasear, pensar, soñar e imaginar. Pero aquí viene la pregunta: ¿fantaseó, pensó, soñó e imaginó que esta tecnología traería más progreso? ¿O más contaminación? La naturaleza es nuestra gran maestra, incluso para el desarrollo tecnológico. La misma naturaleza nos dice que tenemos que emplear la tecnología de manera equilibrada. Porque hay muchas cosas que tienen un poder inconmensurable, por ejemplo, la bomba atómica. Hablando de ese poder, los toltecas decían:
En el interior del universo hay una partícula que es pequeñita, más pequeñita que el huevecillo de una liendre. Pero, cuando esa partícula se agita por medio de alguna técnica o artificio, puede destruir todo nuestro sistema solar.
NA: También quisiera comentar que los pueblos antiguos sí usaban tecnologías, pero lo hacían siguiendo las leyes de la naturaleza. Si comparamos un laboratorio alquímico con un laboratorio químico, ¿qué vemos? En el químico hay máquinas muy complejas, y en un laboratorio alquímico hay tenamaxtles (piedras de origen volcánico), un comalli (comal), un molcaxitl (molcajete), un metatl (metate), un caxitl (cazuela), un *xallo(olla)... un acalli (batea) y un tlecuil (fogón). También hay leña, que es de diferente tipo según lo que se necesite. Todos esos elementos son simples y naturales. Allí también hay tecnología, pero no es depredadora.
Conocer la tecnología natural y cósmica nos hace libres y mantiene la armonía del universo. Artemio Solís Guzmán y Nely Álvarez Torres en el paraje Xochitla, alcaldía Milpa Alta, CDMX. 25 de abril de 2023. Crédito de la imagen: Isela Xospa.
ET: Creo que es importante que no pensemos que la tecnología es un invento moderno. Más bien me atrevería a decir que la tecnología es algo que el ser humano ha soñado y desarrollado desde que está en esta tierra. Por eso creo que sería interesante hablar del futuro. Porque hemos hablado del pasado, y de cómo la tecnología viene desde un origen muy entretejido con la naturaleza, pero ha llegado a una especie de hipertrofia que ya nos está haciendo más daño que bien. En este momento, la mayor parte de la población mundial vive en ciudades. Cada vez más la gente se aleja del campo y se va a vivir a las ciudades, que en sí mismas son tecnologías. Pensando en este escenario, ¿ustedes cómo ven el futuro de la humanidad? ¿Qué tecnologías podrían llevarnos a un futuro menos dañino?
AS: Todo debe tener una base, una raíz. En mi vivencia y en mi sueño, pensamiento, fantasía e imaginación de la tecnología, un día le pregunté a mi maestro: "¿para qué recordar el pasado, si vivimos en el presente? No sabemos lo que nos depara el mañana." Me respondió:
Pues sí, pero recuerda que es mejor observar que ver. Es mejor escuchar que oir. Hablar cuando tengas que hablar y callar cuando tengas que callar. Para que un pueblo, para que los hombres y las mujeres sean grandiosos y vivan en armonía con la naturaleza, tienen que tener un pie en el pasado y otro en el presente para visualizar lo que está por venir. Porque si no tenemos un pie en el pasado, es como si un árbol no tuviera raíz. El pasado es nuestra raíz, y el presente es el tronco. El futuro son los frutos.
A partir de esto que me dijo mi maestro, ¿cómo veo el futuro de las tecnologías? Veo que las tecnologías que vienen nos van a hacer más dependientes, menos libres, y que habrá mucha más contaminación. Veo que las culturas antiguas sabían volar con una tecnología armónica, incluso podría decir que lo hacían sin tecnología. Saber respirar de manera natural es importante para volar.
Ahora veo que tecnologías como la telefonía móvil tienen sus consecuencias, sus efectos secundarios. Las redes sociales también los tienen: nos cooptan, nos limitan y nos controlan. Para comunicarnos, tenemos capacidades ilimitadas en nuestros cerebros, y podríamos comunicarnos a través de la telepatía. Se podrían crear redes sociales telepáticas. Son capacidades que están allí, y requieren de una técnica natural. Los toltecas usaban la telepatía, la comunicación mental entre seres. Se requiere saber inhalar y exhalar para que el cerebro se oxigene, eso es lo más importante. También es importante la caminata. Si voy a caminar y todo está desolado, mi mente y mi cerebro van a procesar desolación. Pero si hay vegetación, si hay agua, salgo a inhalar y exhalar y mis neuronas se nutren. A partir de allí, puedo utilizar la tecnología natural para unirlas con las de otros seres. Allí entra en juego el conocimiento de que tenemos un cuerpo físico y un cuerpo afísico, que es el que fantasea, piensa, sueña e imagina. Nuestro cuerpo psíquico pone en marcha esas cuatro funciones y, finalmente, está el cuerpo plasmático, que repara y restaura nuestro desgaste. Todo eso es técnica, pero natural. Ahora, si las tecnologías actuales y del futuro siguen depredando y contaminando, ¿de dónde vamos a tomar oxígeno para poner en movimiento esta técnica de los cuerpos?
NA: Con respecto al futuro, la tecnología, las ciudades y todo lo que ya estamos viviendo, creo que no se ve muy alentador en ningún sentido porque hemos perdido el rumbo: nuestra alimentación es artificial, la luz que hay en las ciudades es artificial, la ropa que usamos es sintética. La vida que llevamos es solamente una fantasía que alguien más ha creado para nosotros, muy diferente de lo que realmente significa vivir. Es cierto que no podemos vivir en el pasado, pero miramos desde el punto en el que estamos hoy y podemos observar cómo ha crecido la Ciudad de México, cómo nos ha invadido y hasta sentimos que pronto devorará nuestro territorio. Vemos esa ciudad que ya está viviendo los efectos del cambio climático: no hay agua, no hay alimento, el calor es terrible. Todo colapsa cuando hay fenómenos extremos como el granizo. Hemos visto cómo se han perdido los campos de cultivo, y hoy tenemos a los niños, a los bebitos, con sus mamilas llenas de refresco o jugo sintético. ¿Qué seres humanos van a ser en veinte años? Seres enfermos, con capacidades limitadas en todos los sentidos: físico, mental, espiritual y del alma. Ante todo esto, yo pienso que no hay futuro.
El único futuro posible es que volteemos a ver de dónde venimos para volver a encontrarnos con nosotros mismos. Porque estamos viviendo perdidos. Todos nos estamos alejando cada vez más de nuestra naturaleza. La estamos depredando y sobreexplotando, y todo lo que existe sobre la tierra y en su interior tiene una función. Si sacamos el oro y la plata es como si nosotros mismos nos estuviéramos quitando el hígado. ¿Cómo esperamos que funcione nuestro cuerpo si lo quitamos? Ah, porque resulta que ese "hígado" es vital para fabricar un celular. Eso estamos haciendo.
También está la cuestión de la educación. La educación que estamos recibiendo se ha planeado para que nunca despertemos. Para alejarnos más de lo que realmente somos, para dirigirnos a que seamos maleables, manejables. Las personas que logran la autosuficiencia alimentaria, aunque sea de forma muy básica, son libres. Por eso, la ciudad es una cárcel de puertas abiertas, porque todo cuesta, todo lo tienes que pagar. Allí vas a pasar toda la vida trabajando para pagar algo que no va a ser tuyo nunca. Una renta, un coche... siempre vas a vivir en deuda, en un círculo vicioso. Del otro lado, en el sistema de vida tradicional, hay un círculo virtuoso. Vistes dos o tres prendas, no necesitas más. Comes lo del día, así como lo va ofrendando la tierra: quelites, quintoniles, calabazas, flores... todo natural. En un proceso de alquimia, como decíamos hace un momento, porque la cocina tradicional es un laboratorio de alquimia, los seres humanos se nutren y se fortalecen a través del calor maternal del fogón. En las ciudades, la tecnología hace parecer que todo es muy sencillo, que nada es importante y que nadie es indispensable. Sin embargo, en nuestra realidad, la fuerza femenina es indispensable para poder iniciar la gestación de un cambio hacia una nueva forma de vida. Para mí el futuro tecnológico en las grandes ciudades, por más dinero que tengan, por más luces y comodidades, es algo que no veo. No hay futuro. Pienso que ese futuro es solamente un sueño que, cuando se despierte de él, va a ser muy doloroso.
AS: Aquí viene al caso lo que yo escuchaba allá por 1940, cuando el maestro Marcial me decía: "un día el hombre va a llegar a tener montañas de dinero, pero no va a tener nada qué comprar". Y lo más terrible es que hoy, en este presente que se desliza hacia el futuro, no volteamos a ver nuestro origen, que está ligado a la naturaleza. ¿Qué hemos hecho con nuestro orígen?
Tenemos el caso del bosque de aquí donde vivimos, Milpa Alta, antiguamente Malacateticpac. Es un bosque de 17,000 hectáreas cercano a la ciudad. Ese bosque suministraba agua, oxígeno, y elementos como sales minerales o humus a los lagos de Chalco, Xochimilco, o Cuitlahuac, que son nuestros vecinos. Y esos elementos eran aprovechados por los chinamperos de esos pueblos. Utilizaban el zoquiatl, es decir, el lodo que está en el fondo de los lagos para hacer sus almácigos, donde sembraban semillas de hortalizas. Ese lodo tenía muchos nutrientes, pero en la actualidad todo está contaminado por el uso de ciertas tecnologías. En el bosque han desparecido muchos árboles y arbustos y, como decíamos, cada ser vivo cumple una función, hasta podríamos decir que con su tecnología natural. Por ejemplo, el pájaro carpintero, que busca al gusano barrenador con su lengua larga. Por eso digo "tecnología natural", porque la naturaleza le dio esa lengua y, además, un pico con el que puede ampliar el hoyo que hizo el gusano. Lo que hace el pájaro carpintero es un control de sanidad vegetal. Veo que hay instituciones de sanidad vegetal, pero me pregunto qué hacen con sus tecnologías. Con sus agroquímicos contaminan, y el pájaro carpintero, al digerir un gusano contaminado, se muere. Ya no hay gorriones, no hay toritos, no hay tepemaxtlas, no hay tecuanis, que caminaban en dos patas de noche. Cada ser es mágico y maravilloso, y cumple una función, cada insecto y cada animal. Ya no hay luciérnagas, no hay libélulas, no hay la infinidad de pájaros que había en 1940. Teníamos unas 2,800 plantas medicinales, y hoy no llegan ni a 600. Entonces, ¿qué nos espera en el futuro? ¿Un bosque exuberante? Sería grandioso, pero no. La gran pregunta sería: ¿algún día el ser humano regresará a la naturaleza? Eso sería una verdadera evolución, una verdadera revolución, que el ser humano supiera estar en armonía con lo que nos rodea. En 1935 veía yo las cañadas llenas de árboles... iba en la época de la canícula y había infinidad de quelites, y también plantas curativas, venenosas y enervantes. Ahora, cuando uno se quiere enervar de manera natural, ¿dónde están esas plantas? Ya las barrancas se convirtieron en caminos, y los arroyos desaparecieron. ¿Dónde está el canto de las ranas, el croar de los sapos? ¿Dónde están las golondrinas? Ellas anunciaban la lluvia cuando volaban al ras del suelo. Volaban bajo por la presión atmosférica, y así sabíamos que ya venía la lluvia, gracias a su técnica natural de volar. Ahora ya no vemos eso porque estamos "evolucionando", ¿verdad? Ahora tenemos tecnologías que nos dicen cuándo va a llover, qué va a ser en el futuro.
Artemio Solís Guzmán y Nely Álvarez Torres en la cueva de Huaxolco¹ realizando una terapia de recapitulación, alcaldía Milpa Alta, CDMX. 12 de enero de 2023. Crédito de la imagen: Isela Xospa.
NA: Yo quisiera agregar que la tecnología ha cambiado la forma de nuestro planeta, nuestras formas de vida personales, familiares, y la estructura social y política porque tiene toda una intención. Esa tecnología que depreda es llevada a todos los lugares por instituciones gubernamentales. En el caso de los bosques, más que regenerar, se han hecho reforestaciones, pero con árboles que contaminan a las especies naturales, incluyendo la fauna. Creo que hay una intención muy clara en ello. Hoy comemos maíz transgénico, ¿y quiénes traen ese maíz? ¿Y para qué lo traen? El efecto es volvernos dependientes, que estemos en sus manos. Una población debilitada mental, espiritual y corporalmente, debilitada en su alma, es una población fácilmente manejable que va a permitir la acumulación de riqueza en manos de quienes nos dirigen.
AS: En todo esto que decimos sobre la tecnología, hay que distinguir que la tecnología natural viene con la llegada del hombre y la mujer. Las tribus, los pueblos, las familias, vivían de manera comunitaria, es decir, entre todos lograban todo. No había un líder, no había una técnica de control de las masas. Pero a lo largo de la historia se empiezan a idear tecnologías para controlarlas. Una forma de control es el acaparamiento, y eso requiere de una tecnología que no es natural. Un ejemplo de este tipo de tecnología son las finanzas. En la vida comunitaria, la economía se manejaba a través del trueque, y se hacía así para no contaminar. Si alguien quería comer carne de venado, truequeaba con alguien que tenía venados y necesitaba leña, por decir. Alguien que quería una gallina, pero tenía verduras, pues dabas las verduras y recibía la gallina. Ese trueque no permitía que hubiese acaparamiento porque había en la mente la idea de que en la despensa natural del bosque estaban los venados, el alimento. Cuando lo requiera voy por un venado, por un conejo, o una gallina de monte. También voy por los frutos. Y claro que cultivaban, a través de su amor al entorno. Cuando se quería maíz, allí estaba el acicintli, que es la planta de donde viene el maíz que hoy conocemos. La palabra acicintli es una palabra náhuatl que viene de atl, (agua), citlalli, (estrella), citlalli (otra estrella) y tlalli (tierra). Así sabemos que esa semilla vino de las estrellas. El polvo de estrellas cayó encima del agua y de allí surgió el acicintli, y hoy tenemos el maíz. El maíz nos proporciona nitrógeno, hidrógeno, oxígeno y carbono, y yo diría que es una tecnología cósmica. De hecho todo viene del cosmos, de las estrellas. Y la tecnología cósmica, cuando ya está aquí en la tierra, se vuelve tecnología natural, se reproduce y evoluciona. Pero los pueblos dejan de ser comunitarios cuando aparece algún líder que aplica la tecnología de la política para el control de las masas, creando necesidades y administrándolas a través del acaparamiento. Y ese relajamiento de lo comunitario tiene algo terrible que no volteamos a ver: las madres han se han visto en la necesidad de dejar la crianza de sus hijos porque el trabajo no comunitario, el trabajo industrial y tecnológico, requiere de manos femeninas. Así también se desequilibra el clan familiar y empiezan muchas situaciones problemáticas y violentas. Ahora vemos que hay mucha desintegración familiar, homicidios, robos, y todo tiene relación con esa idea de progreso. Puede que cuando toquemos fondo, el hombre y la mujer regresarán a la naturaleza.
Notas:
1. La cueva de Huaxolco tiene las características del útero femenino, en ese lugar se realizan recapitulaciones para sanar el cuerpo, la mente, el espíritu y el alma bajo la guía de una temachtianicihuatl, con esa guía el paciente puede conectarse con la luna, las estrellas, los siderales y con el corazón de la tierra.
Autores
Artemio Solís
Artemio Solís es campesino por convicción, nahuablante, conocedor, practicante y reactivador de la tlamachtillia, el conocimiento profundo de la cultura tolteca-mexica. Realiza traducciones al náhuatl y brinda asesorías a investigadores, escuelas e instituciones gubernamentales y privadas en estos temas.
Nely Álvarez
Nely Álvarez es campesina, productora orgánica frutícola, ama de casa, conocedora y practicante del conocimiento de la cultura tolteca-mexica. Es escritora de folletos y libros infantiles bilingües y materiales digitales.
Eugenio Tisselli
Eugenio Tisselli es programador y artista. Sus trabajos se encuentran accesibles en http://motorhueso.net y http://ojovoz.net
Colectivo Moxocuentla
La sociedad cooperativa Moxocuentla Flor de campo nace el 01 de marzo del 2016, con el objetivo de compartir y reactivar el conocimiento de la Tlamaxtillia, la lengua nahuatl, la cultura y los rituales ceremoniales a través de recorridos, talleres, conferencias, pláticas y exposiciones. Realiza una labor editorial que incluye publicaciones accesibles y traducciones a la lengua nahuatl, además de brindar asesorías a estudiantes, colectivos, mayordomías, sociedades comunales, ejidatarios y a campesinos, a escuelas de educación básica y superior e investigadores nacionales y extranjeros. Además, elabora extractos, ampolletas, elíxires y jarabes utilizando el conocimiento de la herbolaria tolteca- mexica. La asociación está integrada por Artemio Solís Guzmán y Nely Álvarez Torres, autores de los libros “El camino del nahual”, “Las veredas del nahual”, “Mo ixtli huan yolo”, “La cocina precuauhtémica” y los libros instantáneos “Ce acatl topiltzin. Uno caña nuestro niño” y “Cempohualli. Soy una cuenta de veinte” en colaboración con Ediciones Xospatronik. Sus redes sociales: https://www.facebook.com/
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