viernes, 21 de mayo de 2021

Cancionero de ausencias

 Cancionero de ausencias

DE LA ANTOLOGÍA MAZAHUA

Cancionero de ausencias


        El pueblo jñatjro ha vivido durante siglos en lo que hoy se conoce como Estado de México y desde hace décadas ha migrado hacia la ciudad de México, y hoy también hacia el norte y Estados Unidos. Como unidos están los conceptos "marías", "sirvientas" y "mazahuas". Más allá del tópico, y de su evidencia demográfica, los mazahuas han resistido como pocos pueblos el embate de las modernidades en donde más estorban. Todos estos años y años de "grupo Atlacomulco" y bonanza de empresarios y comerciantes panistas, de proliferación de "fraccionamientos" y ciudades industriales, de americanización del way of life de obreros, clases medias y burguesía. Y para los mazahuas, nada, salvo la expulsión endémica que no ha logrado terminar con ellos, ni en sus tierras, ni en las ciudades que creen digerirlos. Pueblo espiritual, generoso, trabajador (son los albañiles que construyen sin cesar la capital y los mil suburbios de la mancha urbana), ahora ha tomado la palabra, y como muchos otros pueblos mexicanos, conquista la escritura y revela su queja, su amor como costumbre, su persistencia y el orgullo de vivir en un "presente eterno" que es de todos. Los invisibles mazahuas no se han ido de "la ciudad" ni de ninguna parte. Están en donde quiera. En el aire, en las calles y debajo de las piedras. Saben durar.


 
Mujer mazahua
 

¿Qué haces en la ciudad de México,

mujer mazahua,

qué haces aquí?
 

Tal vez ya no recuerdes

la tierra que te vio nacer,

tal vez ya olvidaste el camino

que transitabas cuando

eras pequeña,

tal vez ya olvidaste el pozo,

tal vez ya olvidaste el monte.
 

¿Por qué no han regresado a casa,

por qué ya no vienes?
 

Te está esperando el pozo,

te está esperando la estrella,

te está esperando el aire,

te está esperando la milpa.
 

¿Por qué no has regresado a casa,

por qué ya no vienes?
 

Te está esperando el metate,

te está esperando el perrito,

te están esperando los animales,

te está esperando la yerba,
 

Mujer mazahua: regresa a casa.
   Nzhixu jñatrjo
 

Pje gui kjaba a B'onro

nzhixu jñatrjo,

pje gui kjaba.
 

Pe y'a kja xi gui mbeñe

nu xoñijojmu nuja bi enje

pe a gui jy'ombeñe nu ñiji

kuaja mi nzhod'u ma kja mi

ts'ik'ege,

pe a gui jy'ombeñe nu meeje

pe a gui jy'ombeñe nu tr'eje.
 

Janga y'a kja xi gui pa'a a nzumu

Janga y'a kja xi gui enje.
 

Ba tepk'e nu meeje,

ba tepk'e nu seeje,

ba tepk'e nu nrajma,

ba tepk'e nu juajma.
 

Janga y'a kja xi gui pa'a a nzumu

janga y'a kja xi gui enje.
 

Ba tepk'e nu kjunu,

ba tepk'e nu ts'iy'o,

ba tepk'e yo nzhunu,

ba tepk'e yo pjiño.
 

Nzhixu jñatrjo, nzhogu a nzumu.
Demetrio Espinoza Jiménez
Nació en La Virgen, municipio de San Felipe del Progreso. Maestro de primaria, autor del libro El viento negó ayudar y coautor del libro de texto de cuarto año en su lengua y de La gramática mazahua.

 
 
Canto al movimiento de la vida
 

Caminan el sol y el águila,

el día y la noche.

Las culebras silban

y llega la lluvia.

El camaleón nos protege

del rayo y la centella

y entre los árboles

platica el viento.
 
 

Se mueve la raíz bajo la tierra

y las ramas se elevan bajo el cielo

derramando el perfume de las flores.
 
 

Se escucha la sonrisa blanca

de los boxes en la montaña.

El musgo trepa la piedra

y mira las estrellas

el corazón dulce

de ixkiñi y de kiñi.
 
 

Caminan el tecolote y la luna,

las luciérnagas danzan

y encienden sus antorchas;

la vida es movimiento,

la vida es una recta;

aquí comienza y allá termina

para renovarse y caminar siempre.
   Nu tonjo nu xinchi zak'u
 

Na nzho'du nu jyaru ñe nu xunu,

nu paa ñe nu xomu.

Yo k'imi juxu

ñe ba enje nu d'yeb'e.

Nu zikkji ñanguji

nu jeb'i ñe nu fueñi

ñe jango kja ye xijño

jñaa nu ndajma.
 
 

Ñom'u nu dyu'u a mboo nu jomu

in yo d'yeza jandaji a jense

ñe pjod'u nu jyara ye ndajna.
 
 

Ri araji nu t'oxu tjeñe

nuyo boxe nu kja nu t'at'eje.

Nu ts'icheb'i nara kja ndaro

ñe jonda ye seje

nu onm'ub'u

nu ixkiñi ñe nu kiñi.
 
 

Nzhod'u nu tuxkulu ñe nu zana,

neme yo pesibi

ñe zaka yo t'ons'u

nu zak'u me xinchi,

nu zak'u nge naja ñiji:

a ñeb'a pjuru a manu kjuaru

ngek'ua ra d'adyo ñe ra nzhod'u.
Julio Garduño Cervantes
Ndareje
Educador, pintor, fotógrafo, promotor cultural, cronista municipal de Temascalcingo desde 1983, autor del poemario Soy mazahua, de la monografía El final del silencio y del "Himno del movimiento indígena mazahua". Nació en Ejido del Puente, Temascalcingo, en 1940.
(Boxes: duendes; ixkiñi: tuna agria; kiñi: tuna).

 
 
Juventud, vete ya

Yo fui un corcel brioso

que galopó con las riendas sueltas

y halló en el infinito abismo

la misteriosa moza de la sepultura.
 
 

Anduve por los recodos del olvido

que reforzó mi tenue existencia,

ocultándome en las faldas de la tarde

para evitar el gusano del vicio.
 
 

Cumplí con mi anónima infancia

y la misión que me fue impuesta;

de un salto burlé la frontera,

llenándose mis venas de juventud.
 
 

Solo, recorrí las podridas calles;

mis pasos, más que avanzar,

taparon pozos de basura

que alejan la letal amargura.
 
 

Con mi espíritu de bohemio

que calla y habla de ternura,

como la arruga que roba figura

o como caja de la sepultura.
 
 

Como centella viene la madurez,

adquiere nuevo brillo mi pupila;

se fue el niño, se va la juventud;

sólo Dios sabe a dónde llegaré.
 
 

Juventud, vete ya.
   Tr'ii ma'adya

Nuzgo nu ru ngejego d'ar tr'apjadu

nu o b'ug u na zezhi kja b'atrju

ñe o ch'otr'u a mbo'o nu potrju

nu xuntr'i n u dya nra ri panr'uji.
 
 

Ru nzhod'ukja ye ñi'i yo jiombeñeji

nu o pjoxk'u nu ts'ik'e nu ru mimi,

ro kjongu nu kjezhe nu nzha'a

ngek'ua dya ru nugu nu dyoxu pare.
 
 

Ru kjuatu yo kje'e ma mi ts'itr'i

tenxe yo b'epji yo o jiezgoji;

kja naja d'ak'u ru enbe nu nrungumu

in yo in nzi'i o nizhi kja nu tr'ii.
 
 

D'ase, ru nzhod'u yo dyajñi'i;

yo in kuago dya mi maaji

o ngontr'uji yo tro'o ts'añab'u

nu panuji nu exi potrk'uji.
 
 

K'o nu in jñu'u nu sitrjo

nu ts'otr'u i tee ñe jñaa na joo,

nza kja nu pese kja in jmi'iji

o nza kja nu za'a nu oguzuji.
 
 

Nzakja nu sibi na eje nu nrante'e,

ximi pedye dadyo sibi in choogo;

o ma nu ts'itr'i, ra ma nu tr'ii;

ngetrjo mizhokjimi panru nura satr'a.
 
 

Tr'ii, ma adya.
 
Fausto Guadarrama López
Psicólogo social, conductor radiofónico y poeta, San Felipe del Progreso, 1964, es autor de La voz del corazón y Male Albina.
Es compilador de Amanecer/Ra jyasu. Antología de poesía mazahua contemporánea

 
 
Migrantes
 

Nosotros, la gente del pueblo,

veamos los que van allí:

¿hacia dónde creen que van?

En el camino, por delante van llevando a sus hijitos.

Cada uno va cargando sus maletitas.

Pero ¿hacia dónde creen que van?

Ya se van a la perdición.

¿A donde irán a llegar?

Pobrecitos.

Cargando sus maletitas van.

¿Hacia dónde creen que van?

Pudiendo quedarse a vivir por aquí;

aquí tienen su casa,

aquí está su pueblo.

¿A dónde irán a padecer de hambre, de sed, de frío?

¿Acaso ya no regresarán?
   Yo tee paa na je'e
 

Nuzgoji yo ri mejñiñiji,

ra jand uji yo tee yo paa nu:

ja je ni moji a zoo.

K'ant'u a ñiji yo ch'it'i a moji

T'unsu k'o t'unsu yo ch'ipoji.

Mbe ja je ni moji a zoo.

Ya ra ma b'ezhiji a manu.

Ja ra ma zat'aji,

Exi juemeji.

Tunsu o ch'ipojo a moji.

Ja je ni moji a zoo.

Ma ra soo ra ngaratoji a maba:

jara o ngumujiba

ngeje a jñiñiba.

Ja ra ma zoji a tjijmi, o n'ureje, o see.

Poi i dya xi ra nzhobuji.

Ya ra ma ngejmetjoji a manu.
Esteban Bartolomé Segundo Romero
Estelomé Sero
Nacido en San Pedro Potla, Temascalcingo, en 1951. Maestro normalista, antropólogo y poeta, autor de un Diccionario mazhua-español y de Sjenchjo, sobre la bebida tradicional mazahua de maíz fermentado

 
 
 
 

Viento mazahua
 

Pueblo mazahua,

yo soy el que está

aquí y en todas

partes.

Fui tu aliento

primero y también

seré el último.
 
 

Estuve antes de

que los pueblos

nacieran,

moldeé con mis

manos todos los

contornos bellos

de tu madre tierra.
 
 

Antes de que fueras,

yo reí como tú;

hoy también estoy

contigo,

no he envejecido,

y como una flor

todos los días

abro mis pétalos

y dejo escapar el

perfume primero

de la mañana.
 
 

Hoy canto contigo,

pueblo mazahua; son

tus niños la hermosura

de tus campos

y al sol de tus mujeres

les regalas brillo.
 
 

Soy el viento, pueblo

mazahua; estoy

dentro y fuera

de tu ser,

te acompañaré

cuando sólo yo

tenga el recuerdo

de ti.

Pedro Martínez Escamilla nació en Cuautepec, Distrito Federal, en 1964, de madre nahua y padre hñahñu. Ha recopilado y rescatado el material de los libros Comida tradicional náhuatl, Poesía otomí, Costumbres y creencias mazahuas y Medicina tradicional de la sierra de Guadalupe.

El despertar de nuestras lenguas

El despertar de nuestras lenguas

Por: PILAR MÁYNEZ

Son las lenguas los más completos sistemas de comunicación ideados por el hombre. Son complejos mecanismos mediante los cuales se realiza un proceso de categorización y abstracción de la realidad que nos rodea; a través de ellas se segmentan los componentes biológicos y culturales que cada sociedad destaca frente a otros; a través de ellas nos acercamos a ese universo que se tornaría inasible sin el acto de nominación, tan antiguo como el primer hombre, según lo consigna el libro del Génesis. Por medio de ellas pensamos y sentimos, interpretamos nuestras sensaciones y nos aproximamos a nuestros semejantes. Cada generación, como advierte una moderna teoría lingüística, comporta genéticamente la información heredada de sus padres y abuelos; cada generación está condicionada a ver lo que le imponen las palabras y las frases propias de sus particulares idiomas.

“México: pueblo del Sol” es uno de los capítulos del volumen que el maestro Natalio Hernández publicó, para fortuna nuestra, por Editorial Diana y el Fondo Editorial de Culturas Indígenas en el año 2002. La Leyenda de los Soles que explica el surgimiento y desarrollo de la humanidad es recreada desde tiempo inmemorial hasta nuestros días; la herencia biológica apuntalada arriba y la tradición oral que actualmente está siendo reivindicada por distintas disciplinas, permite que la escuchemos en algunos pueblos. Lenguas de diferente procedencia como el totonaco, perteneciente al tronco del mismo nombre y el tzotzil, al maya, retoman el relato que explica el origen de la gran estrella; pero el Sol está presente igualmente en las producciones de los escritores indígenas actuales. El profesor Natalio Hernández incorpora en este apartado de su libro El despertar de nuestras lenguas. Queman tlachixque totlahtolhuan, poemas de autores zapotecos, mayas y nahuas que aluden a lo que éste representa: el despertar de cada día, la constante renovación. El “Padre Sol” definido por Hernández como “resplandeciente, vigoroso, soberbio, tierno al nacer”, vaticina en los albores de la era sexta, la que nos corresponde, cambios propicios para el cultivo de las lenguas y culturas ancestrales.
Hoy, esa luz radiante posibilita el renacer de las expresiones vernáculas, por siglos confinadas al reducido ámbito familiar o comunitario. La voz de los escritores se eleva fuerte y clara; la flor y el canto se propagan gracias a un intenso movimiento que viene generándose desde hace ya varios lustros, el cual no se limita a estimular el uso de los idiomas patrimoniales propios de cada zona de México, sino al cultivo de sus formas artísticas más acabadas.

La lucha por el reconocimiento de la diversidad lingüística y cultural librada desde 1973 por la Organización de Profesionistas Indígenas Nahuas, Asociación Civil (OPINAC) y de manera más contundente con la Declaración de Pátzcuaro sobre el Derecho a las Lenguas, suscrita en 1980, comienza a dar importantes frutos, como destaca el autor del libro que nos convoca. Hoy se imparte en las diferentes comunidades una educación bilingüe e intercultural; la castellanización que el Estado impuso por largo tiempo en éstas, soslayando las expresiones vernáculas, emanada de las tesis incorporativistas que desde la Revolución venían imperando, ha cobrado un nuevo giro. La orientación ha variado sustancialmente y el proceso enseñanza-aprendizaje que se pretende brindar al mexicano en ciernes es el de un hombre integral que se desarrolla armónicamente, incorporando la herencia cultural indígena con la traída por los conquistadores hace más de 5 siglos. Se requiere formar seres que no imiten voces, ni adopten patrones extraños, que, acepten esa realidad que los hace poseedores del invaluable acervo de dos grandes civilizaciones.

Después de la lógica resistencia que por siglos opusieron los indígenas respecto al idioma español, en nuestros días, como declara Natalio Hernández en su libro, “sabemos que somos ricos porque tenemos muchas lenguas mexicanas y la lengua española que también es nuestra”. “...debemos regocijarnos porque el español ha trascendido a diferentes pueblos del mundo. De aquí en adelante debemos trabajar para que las lenguas de nuestros pueblos, para que las lenguas mexicanas, se desarrollen: para que trasciendan sus flores y sus cantos”.

Afortunadamente en la actualidad son más de 60 las lenguas indígenas que siguen vigentes, según datos del último censo e información del Instituto Nacional Indigenista. Unas, como el náhuatl, el maya y el zapoteco ostentan todavía un número significativo de hablantes; otras, como el cochimí, el kiliwa y el populoca irremediablemente están en peligro de extinción y, con ellas, un testimonio irrepetible de la humanidad, pues como advierte Miguel León-Portilla en el tan inspirado poema que incluye el maestro Hernández en el epílogo

Cuando muere una lengua,
entonces se cierra
a todos los pueblos del mundo
una ventana, una puerta,
un asomarse
de modo distinto a cuanto es ser y vida en la tierra.

El nuevo aliento dado al cultivo de las lenguas indígenas a través de un proyecto educativo emanado de la Secretaria de Educación Pública y del reclamo mismo de sus respectivos hablantes ha cobrado significativa importancia. Los niños nahuas, chinantecos, mixes, otomíes, y mixtecos, por ejemplo, estudian su educación básica en español, pero también conocen, gracias a los libros que han preparado para ellos en sus respectivos idiomas profesionales indígenas de la educación, su funcionamiento gramatical, sus posibilidades expresivas orales y escritas, contenidos históricos sobre sus culturas así como las propiedades de ciertas plantas propias de su entorno geográfico. Se planea así que el alumno de Primaria procedente de diversas comunidades estará capacitado, al cabo de esta preparación inicial, para integrarse lo mejor posible al mundo moderno altamente tecnificado sin olvidar el gran acervo heredado y, afortunadamente, palpable aún.
Pero los escritores indígenas que se han aventurado en el tan arduo campo de la creación tienen que sortear obstáculos adicionales a los que tendría que enfrentarse cualquier otro escritor; tienen que ver éstos con la errada percepción de que sus lenguas, que lo son tanto como el inglés, francés, alemán, chino, etc. pertenecen al subcategoría de “dialectos”, concepción desafortunadamente muy difundida y que nada tiene que ver con una estricta definición lingüística; asimismo, tienen que optar por una representación gráfica específica para realizar sus distintas composiciones, pues un mismo idioma puede contar con diferentes propuestas ortográficas.
.
De tono autobiográfico, intimista, es el tercer capítulo del libro de Hernández, como lo advierte su encabezado: “Escribo para no morir”. El maestro Natalio Hernández, acreedor a numerosos reconocimientos por su obra poética, nos confiesa lo que le ha representado el acto mismo de la creación. La experiencia literaria surgió en él como una necesidad interna de expresión; la lejanía de sus orígenes hizo que fuera la lengua náhuatl el medio de vinculación con aquel mundo que parecía irrecuperable. Al llegar a la gran ciudad sintió el deseo de rescatar lo propio, los saberes y tradiciones de su comunidad; sintió la necesidad de pensar a través de las palabras y frases que de modo singular se entrelazaban como fiel reflejo de su cultura milenaria. Fruto de ese primer quehacer literario fue su libro Xochicozcatl, collar de flores.

Conforme fue adentrándose en esta actividad artística, el poeta nahua comprendió que su lengua indígena podría entretejer flores y cantos, al igual que las más acabadas producciones en idiomas que gozaban de gran prestigio; pero para que su mensaje pudiera ser escuchado por un público más amplio, tendría que traducir sus composiciones al español. Los efectos rítmicos y las sugerentes imágenes logradas en la versión inicial, tendrían que ser reproducidas en ese otro idioma tan suyo como el indígena, con los consiguientes problemas que dicho transvase suponía.

El cultivo de la palabra le permitió mitigar la soledad y la angustia; con ella pudo atemperar el dolor y hacer germinar un nuevo hombre, pleno, seguro de sí mismo, orgulloso de sus orígenes, como lo manifiesta en este bello poema que aquí transcribimos.

Algunas veces siento que los
indios
esperamos la llegada de un
hombre
que todo lo puede, que todo
lo sabe, que nos puede ayudar
a resolver todos nuestros
problemas.
Pero ese hombre, que todo
lo puede y todo lo sabe
nunca llegará;
porque vive en nosotros
camina con nosotros
empieza a despertar;
Aún duerme.

Hoy ese hombre despertó ya y alza su voz para que se le escuche a través de la palabra escrita. Poetas mazatecos, como Juan Gregorio Regino, zapotecos como Andrés Henestrosa y más recientemente Víctor de la Cruz, mayas, como Briceida Cuevas Cob y Jorge Miguel Cocom Pech quien hoy dignamente preside las tareas de los Escritores en Lenguas Indígenas, Asociación Civil, nos brindan la posibilidad de escuchar sus preocupaciones existenciales, sus reclamos y su más profundo sentir. Ellos y muchos escritores más como María Luisa Góngora Pacheco, Marcos Matías Alonso y Fausto Guadarrama hacen posible con sus relatos la recreación mágica y artística de su universo.

Hoy se vive el despertar de las lenguas indígenas, iluminado, como pronostica la Leyenda de los Soles, por una luz intensa que promete no extinguirse para que germinen nuevamente las flores y los cantos.

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Natalio Hernández, El despertar de nuestras lenguas, Queman tlacixque totlahtolhuan, estudio introductorio y epílogo de Miguel León-Portilla, México, Ed. Diana y Fondo Editorial de Culturas Indígenas, 2002, pp.175